Geta

El otro día me dio por pensar…

¿Cuántas de las decisiones que has tomado en la vida las has hecho conscientemente? ¿Has llegado a tu situación actual porque la querías de verdad, o simplemente porque así se han dado las circunstancias? ¿Cuánto control tenemos realmente de nuestra vida?

Generalmente vivimos el día a día, se convierte en rutina y lo aceptamos. Pocas son las decisiones que de verdad hay que tener en cuenta. Al final, de todas las decisiones del día a día, pocas tienen importancia. ¿Qué cómo? ¿Qué bebo? ¿Hago esto ahora o hago esto luego?

Pero al igual que estas decisiones pueden darnos un estado de libertad limitada, otras decisiones que pueden parecer sin importancia pueden cambiar tu vida para siempre. Como ejemplo, voy a echar mano del no pocas veces recurrido efecto mariposa:

Conoces a una persona del día a día. No la ves mucho. No te cae mal, de vez en cuando cambias algunas palabras pero nada del otro mundo. Un día te invita a quedar con otros amigos. ¿Qué haces? Si no vas, pones una excusa y ahí se acaba la historia. Si vas, lo mismo te lo pasas genial y conoces a un montón de gente nueva. Esta gente un día te puede invitar y hacerte coincidir con otra persona que puede que sea tu alma gemela.

¿Os parece un ejemplo extremo? Puede que sí. Puede que no. ¿Quién te dice que no podía haber pasado eso mismo al escoger la píldora roja cuando cogiste la azul?

Por supuesto lo contrario también puede pasar. Tanto el hecho de que vayas y te aburras como una ostra, como el hecho de no ir y que por tener el día libre te ocurra algo mejor.

Al final lo que quiero decir, volviendo al principio es: ¿hasta que punto controlamos nuestro futuro? Queramos o no, cuando hacemos una decisión generalmente no sabemos lo que puede desencadenar…

Hablando de esto, voy a terminar con una cita que me gusta de Carl Gustav Jung:

Hasta que el inconsciente no se haga consciente el subconsciente seguirá dirigiendo tu vida y tú lo llamaras destino.