Cigarrillos, coca y cartuchos II
Continúa desde Cigarrillos, coca y cartuchos I Edrik miró a su alrededor mientras el zumbido de sus ojos eléctricos, al adaptarse a la terrible oscuridad, resonaba en su cabeza. Las sombras se fueron haciendo nítidas y pudo ver cómo alguien vendía cocaína, supuso, con desparpajo. —Voy a asustar a ese camello —le dijo a Shiva—. Cuando salga con el rabo entre las piernas, podrás rastrearlo. —Prepararé un localizador —salió del local y se escondió en una calleja. El camello entró al baño y tras él Edrik. Allí había algo más de luz, sin contar el brillo azulado que desprendían los ojos del agente; de los tres grifos sólo uno seguía siendo funcional y los espejos estaban cubiertos de una pátina blancuzca que apenas dejaba verse reflejado en ellos. Alguien estaba haciendo desaparecer una raya por un billete enrollado cuando el portazo lo interrumpió. Aún con el canuto en la nariz, cruzó una mirada con Edrik y luego se fue corriendo. El agente abrió la media puerta del váter y sorprendió al camello. —¡Tío, estoy meando! —Bueno, dime quién te pasa la mierda y me voy. —¡Que te jodan! —se giró, manchando de orina los zapatos del policía. Edrik negó con la