El llamado Mitama matsuri, es uno de los principales matsuris de Tôkyô dedicado al evento del Obon. A este festival o matsuri celebrado en el templo Yasukuni, van unas 300.000 personas en los cuatro días que dura, y es famoso principalmente por sus 30.000 farolillos.
Para hablar un poco sobre el por qué de esta celebración, tan solo decir que el llamado Obon antes mencionado (o solo Bon), es un festival budista que conmemora la marcha de los difuntos y ha evolucionado a un tiempo en el que la familia visita la tumba de sus antepasados para visitarla y limpiarla. En estos días se dice que los espíritus vienen a este mundo terrenal para visitar a sus familias.
Se podría decir que es un poco como el Día de los Muertos en España ;)
Personalmente, conocía todo lo relacionado el festival tradicional y su cultura, pero lo que más me llamaba la atención era la imagen de los miles de farolillos desplegados en el lugar, porque me parecía una oportunidad fotográfica espectacular. ¿No pensáis igual? ;)
Además de los famosos farolillos, por supuesto se podían ver muchísimos kimonos, tanto en ellas con sus yukatas como en ellos con sus junbeis. Y como no puede faltar en los festivales, miles de yatais o puestecillos de comida, que en esta ocasión no enseñaré, que luego me llaman gordo :P
Con motivo del Obon, también había un lugar donde poder bailar su danza tradicional, llamada Bon odori, donde se forma un corro y bailan de una manera predeterminada alrededor del lugar donde hacen la música. En este festival, además de unos altavoces con la música tradicional, habían unos taikos como los que se ven en la siguiente fotografía.
Una anécdota interesante (y estúpida a la vez), es que cuando fui a este festival iba muy centrado en hacer fotos. Quería que saliesen bien y como había muchos farolillos y lo suyo sería fotografiarlos cuando estuviese un poco oscuro, me llevé el trípode e incluso el 70-200 para hacer fotos con esa perspectiva que tanto me gusta de los teleobjetivos. Pero como soy tan listo, no me llevé la zapata del trípode, con lo que las dos cosas más pesadas que llevaba encima no pude usarlas para nada…
Lo divertido fue que, aunque pensaba que no me había llevado la zapata del trípode la llevaba conmigo todo el tiempo, en uno de los bolsillos de la bolsa de la cámara, pero no lo supe hasta que volví a casa…
Todo esto resultó en llevar el pesado 70-200 y el trípode para nada (aunque podría haberlo usado), y hacer todas las fotos con mi clásico combo de 50mm y 16-35mm.
Pero aún con todo, me lo pasé genial ese día gracias a la gente, y las anécdotas que me pasaron, que contaré en la siguiente entrada ;)
Los farolillos hubiesen quedado perfectos con el trípode, y espectaculares.
Una duda, porque demonios sacas la zapata de la cámara, yo siempre la llevo puesta, y si la saco la meto en la bolsita de las baterías y tarjetas de memoria
Siempre la llevo puesta pero coincidió en la época que decidí dejar de usar el grip para hacer más ligera la cámara, y creía que me lo había dejado puesto en el grip cuando en verdad lo había hecho bien y lo metí en la bolsa de la cámara U_U
Aún así, los farolillos no han quedado tan mal porque al tener iluminación propia los podía sacar a pulso ;)
Cierto, están bastante bien!
Gracias :)