Touch

Tacto, recuerdo el tacto Las imágenes vienen con el tacto Un pintor en mi mente Dime lo que ves Un turista en un sueño Parece un visitante Una canción medio olvidada ¿A dónde pertenezco? Dime lo que ves Necesito algo más ¡Un beso! Me siento vivo de repente Llega la felicidad El deseo es como una tormenta ¿Con qué empiezo? Una habitación dentro de una habitación Una puerta tras una puerta Tacto, ¿dónde me llevas? Necesito algo más Dime lo que ves Necesito algo más Tacto, dulce tacto Me has dado mucho que sentir Dulce tacto Casi me has convencido de que soy real Necesito algo más Necesito algo más…  

Tokyo Hotaru

Hace ya un tiempo tuve la oportunidad de asistir a un evento llamado Tôkyô Hotaru (luciérnagas de Tôkyô) consistente básicamente en lanzar al río principal de Tôkyô miles de bolitas de luz azul por la noche creando un efecto visual muy llamativo. Como siempre en Japón, aunque el evento se realice en un lugar público como los alrededores del río, este espacio se reserva para la ocasión y si quieres un buen lugar tienes que pagar por ello! Por supuesto el mejor lugar (zona oeste) estaba lleno desde un principio, y yo acabé en la zona este, donde la Sky Tree quedaba fuera del encuadre de las fotos (a mi espalda básicamente). Aún así, las vistas del río Sumida lleno de luces azules era algo digno de ver. A diferencia de mis planes iniciales, que eran ir yo solo, con el trípode, y coger buen sitio desde una hora temprana de la tarde, a pocos días del evento una amiga me invitó a ir con ella y otras dos amigas… y eso es algo que no se puede rechazar. La contrapartida de ese plan es lo que pasa siempre cuando vas a hacer fotos con gente que no las hace:

Mi nueva ciudad

Tôkyô, 東京, Capital del Este. 13.572 km2 divididos en 23 distritos con más de 13 millones de habitantes. Poco a poco voy notando que se va convirtiendo en mi nueva ciudad. Cada día la puedo sentir un poquito más mía. Hace unos años salí de Málaga para irme a Barcelona y allí estuve más o menos 3 años viviendo. Aunque me gustó como lugar y el hecho de estar en una ciudad más grande me mostró nuevos horizontes, nuevas personas (y algunos viejos conocidos), más eventos, más cultura… nunca sentí que fuese mi ciudad. Barcelona era una ciudad prestada. Vivía y trabajaba allí. Hacía mi vida cotidiana, iba y venía, visitaba sus alrededores. pero nunca la terminé de adoptar como mía. ¿Era feliz? Es posible, pero no especialmente por la ciudad. Por supuesto, significó un cambio a mejor viniendo desde una ciudad más pequeña como era Málaga, pero nunca fue algo que llegase a considerar especial, por muchos edificios emblemáticos que tuviese. Aquí sin embargo las sensaciones son distintas. Por mucha barrera que haya, idiomática, cultural… hay detalles del día a día hacen que quiera quedarme aquí indefinidamente. El contraste de los grandes edificios, sus aglomeraciones, zonas donde miras hacia arriba y casi