Generalmente cuando vamos a hacer fotografías, estamos deseando contar con las mejores cualidades lumínicas, el cielo azul perfecto con manchas de esponjosas nubes de algodón, la cantidad de gente perfecta para que la fotografía quede como nos gustaría… Cuando estamos en nuestra ciudad, esos parámetros podemos elegirlos simplemente diciendo «hoy no salgo a hacer fotos» o «hoy hace un día estupendo, me voy a hacer fotos!». Desgraciadamente cuando hacemos fotografías en un viaje, y tenemos una ruta planificada que, además, compartimos con más gente que no hace fotografías, es imposible cambiarlo y hay que adaptarse a las condiciones meteorológicas del momento. Pero a veces, ese mal tiempo que no queríamos que ocurriese puede jugar en nuestro favor si sabemos utilizarlo en nuestra fotografías. El ejemplo que hoy muestro es el de un día totalmente neblado en la ciudad de Utrecht, Holanda. Cuando la niebla es densa no podremos hacer fotografías de paisajes extensos ya que el campo de visión será muy limitado, pero aprovechando eso mismo podemos aportar un toque de profundidad: los elementos más cercanos aparecerán totalmente visibles mientras que los lejanos irán perdiéndose con un sutil degradado a blanco. Si los edificios son lo suficientemente altos como en